Cuando un periodista pasa de trabajar en un medio a hacerlo en un gabinete de prensa, la broma habitual es decir que se ha pasado al lado oscuro. Con esta chanza recibieron algunos amigos y compañeros la noticia de mi nuevo destino como jefe de prensa en el Departamento de Desarrollo Rural y Sostenibilidad del Gobierno de Aragón.
Es cierto que casi toda mi vida profesional ha transcurrido en el ámbito de la comunicación, por lo que el “lado oscuro” no me es extraño, pero también es cierto que nunca había hecho comunicación política (o tan ligada a la política) y que este es, como todo el mundo sabe, el lado más oscuro de los lados oscuros (véase aquí un emoticono con sonrisa irónica).
En todo caso, el conflicto medio-gabinete no me pilla por sorpresa, lo conozco bien y lo tengo muy relativizado, porque sé que ni los medios manipulan necesariamente al público ni los gabinetes están por fuerza para manipular a los medios, pese a lo extendidas que puedan estar ambas ideas.
Cada cual ejerce su función en virtud de una serie de condicionantes entre los cuales la honestidad personal y el respeto hacia la propia profesión periodística tienen un peso importante y a la vez equilibrador de otras fuerzas “más oscuras” que también pueden entrar en juego. El balance a lo mejor últimamente no es muy bueno ni para periodistas ni para comunicadores, pero no excluye, en todo caso, la posibilidad de llevar a cabo una labor profesional, como digo, honesta, respetuosa y respetable.
Y valga esta reflexión para reiniciar las páginas de periodismoagroalimentario.com, abandonadas tras el paso al lado oscuro por razones de tiempo y, en parte, de desorientación. Porque, es verdad, la nueva actividad me provocó algunas preguntas que no corrí a contestar: ¿puede un asesor gubernamental tener un blog con conciencia propia?, ¿es conveniente que lo tenga?, etcétera.
La respuesta es: ¿y por qué no? Ciertamente, existen limitaciones, no hay que esconderlo. Por una parte, las lógicas y derivadas de las consecuencias que tus opiniones puedan tener para tus asesorados, que no tienen por qué pagar tus “caprichos blogueros”, como todo el mundo entenderá. Por otro, las autoimpuestas por prudencia, ventura o ignorancia, que quizá se exageren en estos casos.
Dicho lo cual, el periodismo agroalimentario y la comunicación agroalimentaria, que siguen vivos, merecen que se prolongue la atención sobre ellos, con la mirada de siempre y, por qué no, con un tono gubernamental también en ocasiones, que es una perspectiva que no abunda, que puede ser curiosa y que asimismo es capaz de hacer aportaciones de interés.
Así que aquí estamos otra vez, en este Guadiana digital, periodístico, comunicacional y agroalimentario.
Bienhallados seáis cuantos sigáis por estos lares.