Si te dedicas a la producción agroalimentaria desde una pequeña o pequeñísima empresa del medio rural alguna vez te habrás sentido presa de ese síndrome que conocemos como del hombre-orquesta. Es posible que madrugues para labrar, podar, abonar, ordeñar o aviar los animales antes de pasar al obrador para tostar las almendras, cuajar la leche, amasar harina, encender el autoclave o cualesquiera otras faenas.
Mientras haces estas cosas, irás pensando en el reparto del día, en elegir la ruta más idónea y en ese cliente que todavía no te ha confirmado el número de cajas que debes dejarle. Te acordarás de que la ITV de la furgoneta está al caer y te gustaría ir a la jornada técnica que apuntaste en la agenda la semana pasada sabiendo que acabarías no yendo, porque la vida no da para más.
Además, van a hablar de comunicación y ya te gustaría a ti tener tiempo y dinero para la comunicación. ¡Ay, si no fuera por ese sobrino que te hace las etiquetas y te lleva la web a ratos! …O te la llevaba, porque hace tiempo que tenía que haber cambiado la fotografía de los manzanos y ahí sigue la vieja, que nunca te gustó porque se ve la acequia, que estaba hasta arriba de hierba cuando la tomaron.
Y aquí es donde te digo yo que sí, que tiempo te falta y que te seguirá faltando hasta que te jubiles y más allá. Pero que todo es importante, el ordeño (eso no te lo hace el sobrino, eh), la salazón, el reparto… ¡y la comunicación!, aunque esta última no te quite el sueño como lo hacen las heladas tardías.
Aunque hoy no te quiero hablar de lo importante que es la comunicación y de cómo puede dar un impulso a tus ventas que te permita salir del remolino cotidiano o, al menos, no morir en él. Si te interesa, busca en este blog, que encontrarás consejos útiles (o eso me gusta creer).
Lo que quería decirte es que el otro día estuve en una muestra de cocina con productos como los que tú haces y que a través de ella se promocionaban unos cuantos productores como tú o parecidos. La organizó el CEDER Oriental (si no sabes lo que es pincha aquí) de la mano de Pon Aragón en tu Mesa y participaron 13 pequeños empresarios que, a través del buen hacer del cocinero Daniel Iranzo, pudieron dar a conocer sus quesos, arroces, nueces, aceites, almendras, helados, huevos y varios alimentos más de cuyo deambular por aquellos fogones hay un resumen aquí.
¿Pasta? De la del Banco de España, poca. Es lo que tiene la comunicación y tú has de saber: no funciona a golpe de billetera, sino de buenos haceres (en este caso, tus productos), buenos mensajes (en el momento y con la gente oportunos) y constancia, mucha constancia (eso de lo que tú sabes mucho).
Los resultados tardan en llegar, eso tenlo en cuenta, pero llegan; y cuando lo hacen tienen mucha más fuerza que una campaña navideña de decenas de miles de euros. Así que saca el tiempo de dónde puedas, acude a esa jornada sobre comunicación y empieza a pensar en esta tarea tan importante como las demás.
Descubrirás que comunicar no te llevará ni demasiado tiempo ni demasiado dinero, que es como un riego por goteo (austero, incesante y eficiente), que hay organizaciones que te ayudan o incluso comunican por ti (si no estás en zona CEDER Oriental, seguro que hay otro grupo leader por donde te mueves) y que, poco a poco, te va poniendo en el mapa de los cocineros, tenderos, periodistas, funcionarios (sí, esos que te tienen que firmar las autorizaciones) y los que en mi gremio llamamos grupos de interés o público objetivo.
Dicho esto, no sé si hacerme una minipizza de queso con mermelada de jalapeños, un arroz guadiamar frito con tacos de entrecot, una espuma de yogur de Fonz con sorbete de albaricoque, un zumo de granada o todo a la vez. Pero lo que haga será consecuencia de esa muestra de cocina que, estoy seguro, costó poca pasta a los productores.