Con permiso de hechos más relevantes, así de irreverentes somos, empezaremos el comentario de esta semana por las fresas, esas que UPA reparte por las plazas públicas. Nos preguntamos si distribuye las canastillas completas o solo las frutas de la capa superior.
El lector avisado ya sabrá por dónde vamos: las fresas de arriba suelen tener un aspecto irresistible, pero tapan a las feas, pequeñas y verdes. Así que cuando compramos una canastilla nos llevamos, por el mismo precio, producto de primera y de segunda, o de segunda y de tercera, sean libres de poner categorías.
Luego, claro, ¡hay que promocionarlas y regalarlas!
En la agricultura no son pocas las actividades que sufren este síndrome de la canastilla de fresas, pero más que en la agricultura, en la política agraria. En esta, el márquetin (lo llaman comunicación política, pero no lo es) te vende cualquier cosa como si de una pócima milagrosa se tratara y, después, para apagar el fuego que la frustración provoca, tiene que regalar decretos o lo que es lo mismo: quemarlos en la plaza pública tras del proceloso trámite administrativo que entre todos hemos costeado.
Sean también libres de poner ejemplos, porque quien dice decretos dice subvenciones caprichosas, convenios de conveniencia o recules varios. No nos referimos con esto (que también hay lectores excesivamente avisados) a colocaciones en empresas públicas de carácter… ejem… de ese carácter. Eso son palabras mayores y en la Peagrosemana solo nos atrevemos a escribir diabluras sobre las fresas defectuosas y cosas así de simples y mundanas.
El final de la semana llegó ayer (como no podía ser de otra manera, pues era domingo) con un recule, el de las nuevas normas para las granjas porcinas, que tendrán un año más para adaptarse. Otra cesión, vaya. Antes fue la del cuaderno digital agrario, la de los ecorregímenes… Y el comisario Hansen prometió no uno, sino dos paquetes de recules hace 15 días.
Por eso nos preguntamos si el Pacto Verde y las famosas estrategias que nos iban a llevar de la granja a la mesa en volandas tropicales no eran la capa de arriba de la canastilla de fresas y una vez aparecida la de abajo hay que entrar en promoción. Vuelvan a poner aquí lo que quieran, amables lectores, ¿la Ley de la cadena alimentaria, por ejemplo? Esa sí que tiene por debajo una capa… complicada.
En fin, agua pasada no mueve molino, y bueno es reconocer errores y enmendarlos, aunque tantos reconocimientos y enmiendas igual no hablan muy bien de las cabezas pensantes que hay detrás.
Pero centrémonos en lo venidero, esa ley para la agricultura familiar que la semana pasada inició su fase de consultas públicas. Solo pedimos que no tenga dos capas distintas, por favor, que las fresas de arriba y las de abajo sean, si no las mejores, iguales, para que, al menos, nadie se sienta engañado, vilipendiado o humillado y haya que dar marcha atrás.
No va a ser fácil librarse en este caso del síndrome de la canastilla de fresas. Va a haber intereses muy encontrados y definir qué es la agricultura familiar será un viacrucis político nada desdeñable. Si incluso las organizaciones que la representan parecen dispersas en sus objetivos. UPA va a muerte con la ley y un modelo de agricultura que, según nos cuenta su secretario general (ver Agronegocios 821), sigue siendo mayoritario; hay técnicos de COAG (seguro que a título personal) que, no sin buenas razones, parecen dar la puntilla al término ‘familiar’ (será curioso ver hasta dónde llega la iconoclastia); y Unión de Uniones da más importancia a actualizar la ley de modernización de las explotaciones que a lanzar una nueva norma.
Lo dicho, que pase lo que tenga que pasar, pero que nadie nos monte canastillas de fresas con trampa. Ni con la agricultura familiar ni con los paquetes normativos flexibilizadores de Hansen (a ver cómo se lo monta para meter solo la verde puntita). Al margen quedan los aranceles sí aranceles no de Trump, pero él nunca ha sido buen horticultor ni lo pretende.
Feliz peagrosemana.
Aprendo mucho con tus artículos. Muchas gracias. Incorporo el síndrome de la canastilla.
Saludos.