Esta semana agraria ha sido de las que generan montones de notas de prensa y llenan muchas páginas y minutos en los medios. Una semana potente, al menos informativamente, que lo demás ya se verá, porque del dicho al hecho va un trecho, como bien nos advirtieron nuestros abuelos.
Pero no todas las semanas hay un comisario de Agricultura transitando por las Españas. Ni un secretario general despidiéndose del trono sindical después de 21 años de trabajo. Lo raro es que la eligieran los estrategas de comunicación del PP para lanzar su andanada agroalimentaria, sabiendo como sabían que la competencia informativa iba a ser dura. Igual es que el alcalde de Madrid tenía el cocido ya listo para repartir en Bruselas entre los parlamentarios europeos y corría riesgo de enfriarse o de tener que maragatearse, con lo que hubiera dejado de ser madrileño.
Pero empecemos por el principio. Si un día la Comisión Europea (CE) presenta su visión para la agricultura y la alimentación, es decir, la biblia del agro europeo para los próximos años (hasta 2040), al día siguiente ya estaba el comisario del ramo, Christophe Hansen, en Madrid DF para explicarla ante los consejeros de las autonomías y lo más granado del sector. En términos baloncestísticos, canastón desde medio campo del ministro Planas, que se convirtió así en el emvipi de la semana.
Casi todo el mundo coincide en que Hansen sorprendió por su dominio del español, lo que, retorciendo la realidad, divertimento al que somos aficionados en esta crónica semanal, nos llevaría a concluir que no sorprendió por lo que dijo, y eso que dijo bastante. De hecho, contó casi todo lo que nos gusta oír: que España es una potencia agroalimentaria, que su opinión debe ser muy tenida en cuenta, que es clave para asegurar la autonomía estratégica de Europa, que esta última protegerá a los productores de alimentos de la competencia desleal, que el diálogo presidirá la gestión, que se va a trabajar sobre la rentabilidad de las explotaciones, que se buscarán resultados rápidos, que no habrá cambios drásticos y desestabilizadores en la PAC, que esta se va a seguir simplificando, que habrá una nueva estrategia de relevo generacional…
Incluso hizo hincapié en la importancia del regadío, lo que viniendo de un norteño que ha crecido con las rodillas protegidas por verdes praderas hizo relinchar de alegría a nuestros castizos secanos. Y es que el comisario reconoció que España y la región mediterránea “tienen desafíos únicos y diferentes a los de Europa Central”; ¡lo que ha habido que clamar desde el cálido sur para escuchar, por fin, estas palabras! ¿Será que por Invernalia ya le ven, no las orejas, sino la lengua larga y resequida al lobo?
Si hablamos de pasta, Hansen sacó la cartera y entregó 68 millones de la reserva agraria que el ministro español colocó enseguida: 15 para los afectados por la sequía y el resto para paliar daños de la dana en 112 municipios.
¿Se le puede pedir algo más al comisario? Pues sí, lo fundamental: que el Marco Financiero Plurianual de la UE, que, dicen, conoceremos en el tercer trimestre de este 2025, ponga música a esta letra (¿o era al revés, letra a esta música?). Algo sobre lo que, tal y como está lo geopolítico, hay razonables dudas. ¿Veremos grandes tractoradas?
También se le puede pedir al comisario que no se meta en el jardín de los precios justos, que no es cuestión para políticos, sino para alquimistas. A ver si salimos de esta ruta hacia la frustración y la melancolía de una vez.
¿Y qué decir de Luis Planas, pletórico, rompiendo la camisa por la pechera? Tan contento estaba con este toro noblote y entrador que dio una larga cambiada y en vez de explicar por tercera o cuarta vez su estrategia nacional de alimentación (lo que le agradecemos sinceramente) se dedicó a arrimar el ascua europea a la sardina ministerial: “La estrategia nacional de alimentación y la visión de la agricultura y la alimentación son dos documentos convergentes”; “vemos en el texto de la CE nuestras ideas”. “¡Bravo! “, “¡Bravo de nuevo!”, “Bravo tres veces!”, se oyó decir al inquilino del Palacio de Fomento antes de partir, ministro y comisario, hacia la Comunidad Valenciana en viaje de inspección y solidaridad.
Nos alargaremos un poco más de la cuenta, pero cómo dejar pasar el congreso de UPA y la emotiva despedida de Lorenzo Ramos, artífice del importante crecimiento de esta organización. También aquí estuvo oportuno Luis Planas con su regalo de despedida, el anuncio de que la futura ley de la agricultura familiar, sacrosanta e histórica reivindicación de UPA, iniciaba el camino hacia su tramitación.
Con poco más de 40 años, el nuevo secretario general, Cristóbal Cano, lanza el mensaje de que es el momento del relevo generacional, y ojalá su elección sea paradigma de lo que ha de llegar en el campo. A lo que añadimos: ojalá esa comisión ejecutiva paritaria recién elegida también sea ejemplo y señal de que la cosa va por donde ha de ir.
Y con todo esto, ¿alguien se ha enterado de que el PP ha registrado en el Senado su propuesta de ley de fiscalidad agraria? Feijóo en carne mortal y calada la gorra de agrocurrante se fue a ver naranjos y se sentó con las organizaciones agrarias prometiéndoles 700 millones de ahorro en impuestos, mejores precios para los seguros agrarios y más flexibilidad, que es el término de moda en la agricultura y el que a este paso tendrá que elegir la RAE o su Fundéu como palabra del año.
Igual hubiera hecho más faena en la fría Bruselas repartiendo escudillas de cocido con el alcalde de Madrid, pero que no se preocupe, que hay casi tantas semanas como cuentas en un rosario para desmarcarse de Vox sin parecer sanchista y, mucho menos, partidario del “infierno fiscal de Sánchez”. Porque ese es el reto, ¿no?
Feliz Peagrosemana.