Una PAC justa: de ‘Robin Hood’ al ‘Silencio de los corderos’

Una PAC justa. Es lo que todo el mundo pide… pero a su manera, con su propio concepto de justicia, que no tiene por qué coincidir con el de los demás. Solo una idea parece unir al conjunto de los actores: la PAC actual es injusta e insatisfactoria.

Mañana el ministro Luis Planas y los consejeros del ramo de las comunidades autónomas se enfrentarán al reto de acordar un plan estratégico nacional que se acerque lo más posible a una PAC justa. Tarea titánica si atendemos a los prolegómenos de esta negociación, en los que, quien más quien menos, todo el mundo se ha dedicado a barrer para casa.

Hacer un reparto justo de las ayudas de la PAC no es calcular cuánto me llevo, sino cómo hago que este gran montante de dinero público cumpla con la función económica, social y ahora también ambiental para la que se ha presupuestado.

Una PAC justa debería partir de esa premisa, no de si mis vaqueros, mis olivareros, mis viticultores o mis cualesquiera otros quedarán contentos y me recibirán con más aplausos que pitos. Tampoco de si el sobre con la pasta es igual de voluminoso o más que el del año pasado, el anterior y el anterior.

Para hacer una PAC justa hay que poner a la gente por encima del dinero, a las ideas por encima del dinero, al territorio por encima del dinero.

En fin, hay que hacer un esfuerzo singular, inusual, disruptivo y valiente.

Cuando accedió a su cargo, el consejero de Agricultura de Aragón, Joaquín Olona, se encontró con la patata caliente de una PAC injusta que maltrataba a los profesionales de Teruel. Un problema sin solución, según se decía por los pasillos, pero que él se tomó en serio de la única manera posible: buscar la solución fuera del marco establecido. Nadie confió en su propuesta y algunos creyeron mofarse de él llamándole Robin Hood. No es momento de traerla, pero sí de resumirla: fuera los mal llamados derechos históricos, convergencia absoluta y rápida y garantía de una renta mínima para los agricultores y ganaderos de verdad.

La convergencia es una de las herramientas principales para conseguir una PAC justa. El ministro la impulsó a principios de este año porque España se la ha tomado con desgana y cobardía y ya está llamando la atención de las instituciones europeas tanta desidia. Bajo el principio de que dos agricultores o ganaderos que hacen lo mismo en las mismas condiciones deben percibir las mismas ayudas pisó el acelerador e hizo entrar en ignición a media (o más) Andalucía, con la consejera, Carmen Crespo, al frente.

La convergencia beneficia a los profesionales preteridos por el sistema actual de regiones agronómicas, sobre las que se sostiene un sistema de reparto de ayudas que viene de los “derechos históricos” y es a todas luces injusto en estos días. Es decir, beneficia a los agricultores de Teruel y de muchos otros territorios y perjudica, claro está, a quienes tienen que ceder algo para que aquellos recuperen ingresos.

Podría entenderse que unos se aferraran a lo “suyo”, que para eso les contaron la película de que eran “sus” derechos históricos, pero que los otros se callaran cuando era el momento de presentar batalla recuerda mucho al silencio de los corderos. Planas se quedó solo y mantener el pie en el acelerador es posible que le produzca ahora cierto vértigo.

Una PAC justa es el objetivo común.

Así que puede que mañana los inocentes corderos se queden con un palmo de narices y que esa propuesta de 20 regiones que se comenta por ahí sirva para volver a una convergencia suave, “aceptable”, sin estridencias. También que los “derechos históricos” reciban un balón de oxígeno, cuando hace unas semanas parecían ya condenados a la desaparición.

Pronto lo veremos. El resultado de las negociaciones en Europa no ha satisfecho demasiado a nadie, pero al margen de este, lo cierto es que los planes estratégicos nacionales (la verdadera “renovación” de PAC, más allá del reverdecimiento que se pretende) dejan un amplio espacio de trabajo y decisión al ministro y los consejeros para orientarse hacia una PAC justa.

¿Pensarán en el sobre o en la gente? ¿Habrá cambios de verdad o más gatopardismo? El desenlace, enseguida. Qué PAC más cinematográfica.

 

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2 comentarios en “Una PAC justa: de ‘Robin Hood’ al ‘Silencio de los corderos’”

  1. Ana Rodríguez

    Hola, buenos días. Estoy de acuerdo en general con su artículo y con la idea de que el proyecto del gobierno de Aragón publicado en el año 2017 «Simplificar y modernizar la PAC para hacerla más social y eficaz», era una auténtica revolución en sus planteamientos. Me interesé varias veces por si se había producido algún debate en Aragón o a nivel de España sobre el contenido de este informe pero no lo he visto en ningún sitio, lo que es una auténtica pena y corrobora mi idea de que casi todo el sector primario quiere que nada cambie.
    Lo que no entiendo es la razón por la que considera que la convergencia nos beneficia a las personas que nos dedicamos a la agricultura y/o ganadería. Yo soy del sector lácteo con tierras, pero por circunstancias que no vienen al caso, la superficie media en Galicia no tiene nada que ver con el resto del Estado. Por no hablar de la convergencia a nivel de la UE: SAU media de los principales productores de leche en Europa es muy superior a la nuestra ( Dinamarca: 170 has/explotación, Francia: 90,9 has/explotación, Alemania: 73,8 has/explotación, Galicia: 22,2 has/explotación). Y no es posible conseguir hectáreas (y ese también es otro tema).
    Por no hablar de otras producciones como huerta o viñedo.
    Por lo tanto, la convergencia sin tener en cuenta cuestiones como el empleo agraria por hectárea, entre otras, yo no veo como se asegura una renta mínima y digna para los y las profesionales. Peor aún con la propuesta del Ministerio para la ayuda redistributiva.
    Saludos y gracias por el artículo

    1. Hola. Muchas gracias por el comentario. Estoy de acuerdo con que la convergencia no es la solución definitiva (suponiendo que la haya) para el problema de la renta. Lo que que creo es que es la forma de terminar con un sistema de reparto de las ayudas que ha quedado superado por la realidad (se cobra por lo que se hacía hace dos décadas aunque ahora se haga algo totalmente distinto o se haya dejado de hacerlo) y que ha generado muchas injusticias. En este sentido, no beneficia a todos los profesionales, sino a los perjudicados por el sistema de «derechos históricos», que es de donde arranca la injusticia. Lógicamente, para reparar el daño que se ha hecho a algunos hay que pedir a otros que comprendan la necesidad de renunciar a parte de su beneficio. Eso es la convergencia y por eso, entiendo, tiene un buen número de detractores. En definitiva, beneficia al sector porque elimina una fuente de desequilibrios y agravios y mejora la situación de una parte de los productores, pero no garantiza una renta mínima para todos ni, por supuesto, la solución de los problemas de los pequeños agricultores y ganaderos como los que pone de ejemplo; aunque sin derechos históricos probablemente sería más fácil acceder, por ejemplo, a nuevas hectáreas.

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