La gran nación pesquera que es España, tanto por tradición, capturas y consumo, sigue ajustándose las costuras por mandato internacional. ¡Qué tiempos aquellos en los que en la flota española no se ponía el sol!
Hay que ponerse en la piel de las familias costeras para entender el esfuerzo cultural, pues habitualmente solo se habla del económico, que han tenido que hacer. Pero la realidad es la que es y o se afloja el dogal sobre las pesquerías o estas se ahogan y ahogan todo lo que depende de ellas. Somos muchos y el mar ya no puede con todo.
La buena noticia es que, tras el conflicto, los acuerdos, aunque con desgana, llegan. Terminábamos la PEAGROSEMANA anterior aludiendo al último y hay que recordar hoy el movimiento del ministro Luis Planas para afianzarlo reuniendo a los consejeros de pesca de las comunidades mediterráneas, avenidos, con algún matiz, al inexorable mandato de Neptuno o a lo que la Comisión Europea entiende que quiere el dios, pues por primera vez hemos oído dudas sobre lo que la también sacrosanta ciencia oceanográfica asevera.
Dijo el ministro, tras confirmar ayudas para ajustar las artes de pesca, financiación abundante para instalaciones en los barcos y presión, mucha presión a Bruselas para que cambie criterios, que “en el conocimiento científico también hay posibilidades de mejora”. Cuidadosa y medida forma de asumir las dudas y críticas que le llegan desde los puertos.
Por cierto, se oye por ahí que el sector añora los tiempos en los que el extinto FROM (Fondo de Regulación y Organización del Mercado de los Productos de la Pesca y Cultivos Marinos) se encargaba de promocionar la imagen del ramo y el consumo de peces y que el MAPA planea echar un cable por esta vía.
También es cuestión pesquera, pero las organizaciones denunciantes lo centraron en el tomate. Hablamos de la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea sobre el acuerdo comercial de la Unión con Marruecos, suspendido, aunque «en diferido», por no respetar los derechos del pueblo saharaui, verdadero soberano del Sahara Occidental, y el derecho a la información de los consumidores europeos. Mucho poder tiene el país vecino, pero muy empoderados han quedado sus pequeños enemigos tras la sentencia. La cosa se pone interesante y en plan David-Goliat. Si los consumidores cargan la honda del pequeño héroe, habrá película. ¿España y sus ministerios de Agricultura y Hacienda seguirán como si nada?
Para los amigos de acompañar el pescado con vino, la semana también ha dejado rastro. Las denominaciones de origen se ha puesto la pelliza para llevar a la fría (sin segundas intenciones) Bruselas su mensaje cultural y ruralista, con el que llevan años intentando neutralizar los zarpazos de las políticas de salud, más centradas en el componente alcohólico del néctar.
Les gustaron a las DOP los acuerdos alcanzados en el Grupo de Alto Nivel para la Política Vitivinícola, de los que esperan grasa para sus cuitas con el cambio climático y los mercados. Al vino, por aquello de que es bebida de dioses, le gustan los mimos y los suele tener. Por eso las organizaciones agrarias piden ayudas para plantar, ayudas para reestructurar y ayudas para arrancar prácticamente sin solución de continuidad. Tampoco está mal que los mediterráneos les ganemos alguna batalla a los europeos de “Invernalia”, tan dados a desconocernos salvo para tostarse al sol.
Y ojo a la ganadería. La alarma por la gripe aviar ya ha provocado la declaración de riesgo alto por parte de las autoridades y hoy entran en vigor nuevas medidas preventivas en determinadas zonas que es obligado mirar si se es avicultor.
Y si se es “ovocultor” (no buscar esta palabra en el diccionario), enhorabuena, pues en Estados Unidos ya se han dado cuenta de que el huevo es un alimento saludable y muy completo.
Mucha vigilancia requiere por su parte el brote de fiebre aftosa en Alemania. Es de esperar que este país, en su germánica seriedad, haga todo lo posible por frenar en seco al virus, pero el asunto da miedo. Tanto, que el ministro español no ha dudado en afirmar que el brote es “tremendamente peligroso”.
Felices están, por su parte, los que no querían vacunar de lengua azul. Descolocados, los que ya tenían arremangados y dispuestos a sus bichos. Y confusos los que no tenemos claro si la voluntariedad obedece a criterios sanitarios, económicos o políticos, un cóctel que también es de riesgo alto.
La salud animal nos tiene en un ay constante. Y qué peligroso es vivir en el filo.
Buena agrosemana.
¡¡¡boinazo!!!
Esto es escribir informando, educando y divirtiendo. Desconozco hasta que punto los que no son agricultores, ganaderos o pescadores, estan preocupados por estos asuntos. Tiendo a pensar que solo les, o nos, interesa la parte final de la cadena de producción, el precio.
Las tensiones ante los acuerdos comunitarios de nuestro primer sector de la economia en terminos ordinales, esta, creo, muy lejos de sus/nuestras preocupaciones y sin embargo de ellos depende nuestro bolsillo, nuestras gentes y nuestro medioambiente.
De esto ultimo debemos aprender a marchas forzadas todos, incluidos los directamente involucrados, que son los que con sus acciones pueden atemperar el castigo que se nos viene encima. Algun día alguien debería revelar los impactos que los desconocido para muchos (u olvidado), este sector; tiene en lo conocido para todos, nuestra forma de vida.