Mientras el sector agroalimentario espera con el estómago en proceso de acidificación que Trump acabe de sentarse en el sillón presidencial de los Estados Unidos y anuncie aranceles y barreras comerciales varias entre bravuconada y bravuconada sobre Groenlandia o el golfo de México.
Mientras la política sigue tirándose la dana del Levante a la cabeza, con Feijóo visitando a Mazón para darle un abrazo (que las meigas lo protejan) y Sánchez mandando al ministro Planas a pisar zahorra para equilibrar los telediarios.
Mientras entramos en materia nacional, con la estrategia agroalimentaria del MAPA a punto de caer. Mientras la Comisión Europea termina de asentarse y el comisario Hansen cuenta algo sobre esa Junta Europea de Agriculturas y Alimentación que será la garante del diálogo con los interesados. Mientras continúan los zascas al acuerdo con Mercosur…
Mientras todo esto dibuja el telón de fondo, van vaciándose los buzones que reciben las notas con el balance de 2024, que no es muy optimista, como cabía esperar, porque para las organizaciones agrarias cuando llueve lo hace a destiempo; cuando suben los precios, suben más los insumos; las ayudas siempre son pocas; el seguro agrario es bueno, pero no funciona bien; la ley de la cadena es un bluf; si un sector tira, otro se hunde y cuando bajan los precios en origen se mantienen o crecen en las tiendas.
Razón, en parte, no les falta, pero como ya explicó Goleman en su gran ensayo sobre inteligencia emocional (que todavía sigue siendo más importante que la artificial), cuando solo piensas en el fracaso, fracasas o haces fracasar. Por eso, el principal inconveniente de los jóvenes para incorporarse a la actividad agraria no es la disponibilidad de tierra o la dimensión de las inversiones a realizar, es el tempero proclive a la derrota que los mayores les dejan como herencia.
Que no todo es malo, hay un motivo, al menos, para el optimismo. El Eurobarómetro ha dicho que la PAC es más apoyada que nunca por los europeos, que piensan, ¡en un 92 %!, que la agricultura y las zonas rurales son importantes para el futuro. Solo faltaría, ¿no? La Comisión Europea interpreta que agricultura y agricultores son lo mismo, de ahí sus albricias, pero ¿seguro que la visión de los europeos va por ahí? Ahora es un servidor el que se pone cenizo. Perdón, la duda también socava mis convicciones
Me hago eco, para compensar, de la lluvia de millones de la última PAC (3365, por ahora), facilitada por el ministerio y desmenuzada al detalle por los medios locales, que para eso las perricas son lo más importante de la más importante política de la UE.
Un escalofrío ha recorrido, por otro lado, la semana que abandonamos hoy: la gripe aviar se hace multiespecie, afecta ya con cierta importancia al vacuno lechero en EE. UU., cuya leche cruda de vacas infectadas se ha calificado como material de alto riesgo y la OMSA pide una atención mundial urgente. Efeagro lo cuenta con detalle en este reportaje. A las granjas de España, a pesar de ser importante zona de paso de aves migrantes y tener vecinos infectados, San Antón les sigue echando una mano. El día 17 habrá que ponerle una vela.
No sé si cabe felicitar a los pescadores por ese acuerdo con la dirección general del ramo, pero algo se ha desbloqueado, que sea para bien. Feliz semana.