Si he iniciado esta serie de entradas sobre los juegos serios es porque me parecen una forma de comunicación muy eficaz y especialmente útil para quienes estamos involucrados en el mundo de la agricultura, bien como productores-vendedores, bien como técnicos o bien como informadores o comunicadores. Creo que en la entrada anterior ha podido quedar suficientemente claro el valor del juego como método de enseñanza y entrenamiento. También como forma de dar a conocer realidades que a veces permanecen algo escondidas o temas que, explicados de otra manera, pueden resultar excesivamente áridos.
La agricultura tiene un poco de todo. A pesar de su histórica importancia y del relevante papel social que desempeña, conforma un sector cada vez más desconocido e incomprendido. A medida que las diferentes generaciones se han ido urbanizando, la relación de la ciudadanía con el entorno agrario se ha enfriado. Entre ambos hay una brecha que ya casi solo salvan los supermercados, y creo que estaremos de acuerdo en que es muy poco lo que estos hacen por divulgar la realidad agroalimentaria. Así que el sector agrario es importante, sí, pero forma parte de esas realidades cada vez más escondidas. Y, al mismo tiempo, forma parte de las realidades áridas, porque la información que llega de él al público es demasiado técnica, cuando no incomprensiblemente política.
La comunicación es la herramienta con la que se habrá de hacer frente a esta situación, pero ¿por qué no romperla directamente jugando? No solo jugando, evidentemente, pero también jugando, por supuesto. Quizá a muchos ni siquiera se les pase por la cabeza que la agricultura puede ser divertida, pero lo es, y confío en que pueda quedar claro en las siguientes líneas.
El mayor éxito en Facebook. Para abrir boca, quienes quieran encontrar un buen número de juegos relacionados con la agricultura y la alimentación pueden acercarse hasta este enlace. Es una prueba de la capacidad de la agricultura para generar contenidos de diversión, pero no la principal. Acostumbrados como estamos a que los videojuegos que más nos suenan lleven nombres bélicos, deportivos o de aventuras, nos extrañará saber que uno llamado Farm Ville tenga cerca de ¡40 millones! de seguidores en Facebook, la mayor red social y la que vertebra la moderna comunicación 2.0 en el mundo occidental. Durante algún tiempo este juego fue el que más usuarios diarios tenía en Facebook, plataforma para la que fue creado. Su dinámica es sencilla, cultivar fincas y cuidar animales. Quizá por estar donde está, cuida mucho los aspectos sociales y el juego tiene multitud de situaciones en las que la relación y la cooperación con otros usuarios es imprescindible. Aunque tiene jugadores de todas las edades, su aspecto es muy infantil y no es una creación con la que aprender mucho sobre agricultura, pero sí una muestra de lo popular que puede hacerse un producto inspirado en el mundo agrario y una forma de mantener a este en la mente del consumidor.
Farmerama (farm → granja, de ahí los nombres) es otro de los grandes. Un juego online muy parecido al anterior en el que la cría de animales aparenta ser más importante y en el que también se pueden aprender oficios vinculados al mundo rural. Cuenta con versión en español (al anterior solo en inglés). En Facebook tiene una cifra de seguidores de cerca de un millón, pero hay que tener en cuenta que esta no coincide con el número de usuarios, que la Wikipedia cifra en más de 30 millones (2011) que juegan en más de 30 idiomas distintos.
También son juegos de éxito Farming Simulator y Agicultural Simulator. En este caso hablamos de videojuegos más elaborados y complejos, en los que hay que saber trabajar y gestionar una explotación agraria. Sus gráficos, más cercanos a la realidad, son probablemente más atractivos para los adultos y, especialmente, para las personas relacionadas con el mundo agrario. De hecho, los desarrolladores gestionan acuerdos con las grandes marcas de maquinaria para utilizar modelos como los existentes en el mercado.
El primero, que está disponible en inglés, francés, alemán y polaco, es un juego multiplataforma, «el más completo y emocionante que se ha hecho nunca», según sus creadores. Esta granja virtual tiene, como todas, animales y cultivos y más de 100 vehículos y máquinas agrarias que el jugador debe saber manejar.
En Agricultural Simulator, el usuario empieza con una pequeña explotación que habrá de crecer gracias a su buen hacer profesional. En este caso, el juego está pensado únicamente para ordenador. Su descarga desde la web oficial cuesta 10 euros, mientras que el anterior tiene un coste de 25 euros. En ambos casos las versiones se actualizan todos los años, lo que no deja de ser una prueba de sus aceptación por parte del público.
Una tercera muestra de esta categoría puede ser Sim Tractor, con versiones en inglés y francés. Ofrece, siempre según sus creadores, la mayor experiencia de conducción posible. Y si de conducir tractores se trata, también se nos ofrece Tractor: Farm Driver.
En otra línea totalmente diferente, El Blog de Ricardo Lucas, un lugar imprescindible para quienes quieran adentrase en el mundo de los juegos serios y, especialmente, de los business games, nos ofrece algo de información sobre un simulador de negocios creado en 2009 y destinado a entrenar en la gestión de la cadena de suministro de la cerveza.
Por último, este enlace lleva a un buscador que nos ofrece numerosos juegos, simuladores y otras aplicaciones sobre y para el mundo agrario. Posibilidades, como se ha visto, existen. Ahora bien, no parece que los desarrolladores piensen mucho en nuestro país, quizá porque aquí todavía no somos conscientes del valor añadido que los juegos serios pueden aportar. De todos modos, España también juega, puede que más humildemente, pero juega. En la próxima entrada veremos un poco cómo lo hace.
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