Extensión Agraria que estás en los cielos (1)

En mi pueblo hay un edificio grande para las dimensiones habituales del caserío, sobre todo si pensamos en el momento de su construcción (años 30). Y particular en cuanto a su fisonomía, pues es evidente que no se trata de una vivienda, sino de un lugar para el servicio público con aspecto, más o menos, de escuela. Todavía hoy se refieren algunos a él como “la Extensión Agraria”, porque esa fue su penúltima función.

En la Extensión Agraria trabajaban, lógicamente, los de extensión agraria, que, como todos los demás, tendrían nombres y apellidos, pero yo recuerdo más vivamente el hecho de que se les conociera más por el lugar donde trabajaban que por sus apelativos familiares. Así sería, supongo, por el papel central de este servicio agrario en la vida campesina del momento.

Los de extensión agraria eran “agentes”, palabra a la que la Real Academia Española otorga varios significados. La mayor parte de ellos servirían para definir a estos profesionales, pero yo me quedo con el que dice: persona o cosa que produce un efecto.

Porque esa era la intención de los agentes de extensión agraria y de quienes crearon este cuerpo de funcionarios a mediados del siglo pasado: producir un efecto. ¿Cuál? La modernización de la agricultura a través de la formación de los agricultores y de la transferencia de conocimiento desde los lugares de investigación y experimentación hasta el propio campo.

Demostración de ordeño mecánico, Torrelavega.  Fondo histórico del Magrama.
Demostración de ordeño mecánico, Torrelavega.                             Fondo histórico del Magrama. Autor: Feijoo

Hoy, cuando hablas con un exagente de extensión agraria la conversación oscila entre el análisis objetivo y la nostalgia, pues para la mayoría de ellos fueron años de grandes experiencias profesionales y humanas. Recorrían los pueblos convocando reuniones, dando charlas nocturnas y barriendo siglos de inmovilismo en los que la agricultura había cambiado muy poco.  Y todo ese esfuerzo conformó una cultura particular y una forma de contemplar el agro que ahora alimenta recuerdos, recrea leyendas y, también, provoca nuevos retos.

Así que la tecnificación y el progreso del campo se debe en gran medida a estas personas y a sus programas de trabajo. Por eso ahora, cuando la tecnología es más importante que nunca, los que saben de qué va el asunto echan la vista atrás y concluyen que hay que recuperar una extensión agraria de cuya desaparición (no en todas partes y no del todo) tuvo la culpa, de también, el tufillo franquista que exhalaba, que todo hay que decirlo.

Por qué es importante recuperar la extensión agraria

Los expertos en economía cuentan que al aumento de la renta per cápita en un país solo puede llegar por dos vías: el crecimiento de la población trabajadora (ojo: la que trabaja, no la que puede trabajar) y/o el incremento de la productividad, es decir, de la relación entre el valor de lo producido y el número de trabajadores.

Ahora bien, aumentar la tasa de ocupación de la población no es fácil salvo cuando se incorporan al trabajo activo grandes grupos sociales porque se dan las condiciones para ello, como ha ocurrido en el pasado con el trabajo femenino o la inmigración.

Lo que deja en manos de la productividad la misión principal de generar riqueza. Ahora bien, ¿qué es la productividad? Volviendo a los expertos, diremos que es el resultado de una conjunción de factores: capital físico, capital humano y eficiencia de la relación entre el capital, el trabajo y la producción.

A esa relación se le llama Productividad Total de los Factores (PTF), que es la cuestión clave en el tema que nos ocupa. Porque en los países desarrollados, como es el nuestro, el capital físico y el humano tienen ya muy limitadas sus posibilidades de crecimiento, que descansan, por lo tanto, en la PTF, que tiene, a su vez, un componente primordial, el progreso tecnológico. Hasta el punto de que se suele identificar a la primera con este.

Y ya nos acercamos a donde queríamos ir: el aumento de la PTF se fundamenta en la aportación de ideas nuevas y de procedimientos nuevos a los procesos productivos. O lo que es lo mismo, el crecimiento de la renta depende de la incorporación de conocimiento a las distintas fases de, en nuestro caso, la producción agraria.

Es crucial, por tanto, llevar este conocimiento desde donde se encuentra (universidades y centros de investigación, principalmente) hasta donde se desarrolla el proceso productivo. Lo que ahora se llama transferencia y antes extensión agraria.

¿Seremos capaces? Es pronto para dar una respuesta, pero no para adelantar que hay recursos disponibles y gente muy profesional preparando proyectos ambiciosos en este sentido. En Aragón, el próximo día 3 de junio tendrá lugar una jornada técnica al respecto.

 

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