El sector agrario se queja a menudo de su invisibilidad social, lo que en cierto modo es razonable, ya que no suele ocupar espacios de importancia en los medios de información general y, cuando lo hace, con frecuencia no es para bien. Las crisis alimentarias, sobre todo, le hacen un daño terrible, pero también ciertas dinámicas quejumbrosas heredadas del pasado y que, cuando se reflejan en los foros públicos, trasladan a la gente una imagen de la agricultura nada atractiva.
Hay más razones para este olvido social del importante papel que cumplen agricultores y ganaderos, pero muchas de ellas redundan en las ideas expresadas más arriba y confluyen en lo que podríamos denominar una deficiente actividad comunicadora. Evidentemente era peor hace unos años y se ha progresado mucho en este terreno, pero existen aún grandes carencias e importantes altibajos en ese progreso. El sector primario sigue teniendo muchos problemas de comunicación; la industria transformadora, sin embargo, ha mejorado ostensiblemente y, unos sectores más que otros y unas empresas más que otras, se ha abierto un hueco, por ejemplo, en las páginas y espacios de información económica de los grandes y pequeños medios.
Pero el campo sigue adoleciendo de algo importante: la práctica inexistencia de una prensa especializada capaz de llegar al gran público y, por ende, capaz de hacer llegar al sector agroalimentario hasta el gran público.
Ya hay una prensa especializada, me dirán algunos, y claro que la hay. De hecho, formo parte desde hace muchos años de la Asociación de Periodistas Agroalimentarios de España (Apae) y de su junta directiva. Existe la prensa especializada, sí, pero orientada mayoritariamente a circuitos internos, es decir, al propio sector. Cumple un papel importantísimo y, en general, lo cumple bien, porque tiene una cierta tradición y una mezcla de ingenieros agrónomos y periodistas que resulta muy útil desde el punto de vista técnico-divulgativo.
Esta prensa está suavizando su discurso por dos vías principales: introduciendo contenidos socialmente más amables en un contexto que hasta hace poco era muy técnico y creando nuevos productos, más centrados en la alimentación y la gastronomía. En el primer caso, los medios han ganado atractivo debido a la ampliación de su oferta literaria y a la simplificación de sus mensajes, pero siguen marcados por la impronta que ha caracterizado a la prensa técnica desde sus inicios, lo que no facilitará su popularización. El lanzamiento de nuevos medios más orientados a la alimentación puede tener un éxito mayor entre el público no experto. De hecho, estos medios, en mayor o menor medida, siguen los pasos de la prensa gastronómica. Esta sí está más orientada al público general, aunque con matices.
Precisamente es la prensa gastronómica la que más ha contribuido a acercar el medio agrario a la sociedad, y quienes desde el primero la han aprovechado con sabiduría han visto recompensado este esfuerzo de comunicación. Véase el ejemplo de las denominaciones de origen protegidas y sus productos amparados, donde se sustancia muy bien la relación entre el campo, el alimento, su valor social y su consumo. Recordemos que una denominación de origen es una figura de protección del nombre de un producto específico (alimentario, en este caso) cuya especificidad se debe, fundamentalmente, a la influencia del medio geográfico en el que se produce-elabora.
La tan manida frase “del campo a la mesa” cobra en la prensa gastronómica (que también es agroalimentaria) todo el sentido añadido que encierra y por eso esta contribuye en mayor medida a vincular el alimento con su origen y ofrecer así a los profesionales del campo un mayor reconocimiento social. Pero hay matices, como decía, porque una buena parte del periodismo gastronómico es tan técnico y tan críptico para el común de los lectores como lo pueda ser la prensa agraria tradicional. Ejemplos no faltan en el mundo del vino y es muy posible que la culpa del descenso apabullante que sufre su consumo en nuestro país se deba, en alguna medida, a la comunicación tan altamente especializada que bodegas y periodistas han hecho en los últimos años. ¿Quién se atreve hoy a elegir un vino delante de testigos? Hay que estar muy seguro de sí mismo.
Volviendo a las modernas ediciones alimentarias de la prensa agraria tradicional, cabe también hacer una advertencia: serán útiles para el sector agroalimentario en la medida en que piensen en los lectores y actúen con estos con total honestidad. Si solo se conciben como un producto publicitario con formato periodístico, además de un fraude, se está cometiendo un error que se pagará a medio plazo con un descenso en la credibilidad del medio que contaminará, de paso, a los productos y productores vinculados a él.
Existe, por otro lado, una prensa especializada que desarrolla su actividad en medios generalistas. En algunos casos muy bien hecha, con prestigio y una audiencia apreciable de dentro y de fuera del sector agrario. Pero no es lo habitual. Lo habitual es que este sector ocupe espacios secundarios realizados, además, por periodistas poco especializados en la materia. Lo habitual es también que los espacios propiamente agroalimentarios, cuando existen, vayan perdiendo terreno (redactores, equipos, tiempo…), incluso en medios públicos donde debería existir una mayor conciencia sobre la función social de la agricultura. Y lo habitual es, por último, que muchos periodistas que realizan información agroalimentaria lo hagan… hasta que pueden dedicarse a la información deportiva, política, cultural, etcétera (no hay vocaciones agrarioinformativas). Con ello, la experiencia y conocimiento que han adquirido a lo largo del tiempo y por la vía del ejercicio profesional en el terreno agrario se desvanece poniendo de nuevo el contador a cero.
En definitiva, hay prensa agroalimentaria, claro que sí; la hay buena e incluso muy buena, por supuesto. Pero es escasa, esencialmente la que tiene acceso a un público no especializado y numeroso. Y un sector económico que no tiene un cuerpo de informadores especializados a su disposición (que no a su servicio), nunca contará con los altavoces necesarios para hacerse lo suficientemente audible (y visible).
Pingback: El valor del periodismo especializado en agricultura y alimentación - Periodismo Agroalimentario | Periodismo Agroalimentario
<estoy de acuerdo. lo que me parece un tanto increible es la falta de comentarios. La nota es muy buena y esta bien fundamentada.
En Mexico pasa algo muy similar. La agricultura es como los piratas (tiene mala prensa) En realidad la imagen del agricultor es la del campesino tirando a pobre con un sombrero y su gaban. Tenemos 3 millones de agricultores que rayan en la pobreza, pero ninguno de ellos puede considerarse como lumpen ya que para sembrar hace falta plata. Pero que tal cuando hablamos de transgenicos: entonces la agricultura se convierte en el Caballo de TRoya y la lucha de David con Goliat. La gente le tiene miedo a lo desconocido y ahi esta la falta de una prensa agroalimentaria para explicar los pros y contras.
En fin espero que en el futuro cercano tengamos mas suerte y podamos convencer a los diarios de la necesidad de informar a los consumidores que los buenos menus vienen del campo y no de WalMart o Cosco
Gracias por tu comentario. A ver si entre todos podemos ir haciendo crecer este sector del periodismo, puede que exista alguna relación entre la poca importancia que la sociedad da al agricultor y la poca importancia que el periodismo agroalimentario parece tener. En este último caso, los agricultores y las empresas agrarias deberían entender que la prensa agraria es una de las mejores herramientas de las que pueden disponer para cambiar su situación.