La comunicación es un proceso que no se ha abordado con pretensiones científicas hasta hace muy poco tiempo. Ha sido la sociología la disciplina que más tempranamente se ha preocupado del fenómeno comunicativo, precisamente por la influencia que este tiene en los cambios sociales, y poco a poco han ido sumando su interés otras disciplinas científicas.
La aparición de la comunicación de masas marcó el punto de inflexión a partir del cual surgen los estudios científicos y se empieza a sistematizar un cuerpo investigador que se aglutina en torno a dos escuelas principales, la norteamericana y la europea, cada una con su respectiva visión de la comunicación de masas, más crítica a este lado del Atlántico, donde la cultura de masas no se contempla con tan buenos ojos como en Estados Unidos.
¿Por qué se ha esperado tanto tiempo a estudiar la comunicación? Porque hasta que no emerge la sociedad de masas tras la revolución industrial, el crecimiento de las ciudades y la consolidación de la burguesía urbana, los efectos de la comunicación en la opinión pública no se hacen tan notables ni de forma tan rápida. La comunicación de masas hace visible un fenómeno, el comunicativo, que hasta ese momento parece haber pasado desapercibido para los estudiosos. Ello a pesar de que la comunicación tuvo una influencia sobresaliente en algunos episodios bien lejanos en el tiempo y con consecuencias sociales y culturales tan significativas como las provocadas, por ejemplo, por la Reforma luterana.
Pero hoy en día la comunicación ya es importante. De ella dependen aspectos tan intangibles como la imagen o la reputación de las empresas o tan tangibles como las ventas que estas realizan. Los efectos de la comunicación sobre el consumidor pueden ser suaves, como una lluvia fina que cala lentamente, o contundentes, como un disparo a bocajarro. En el primer caso, es fácil que sean consecuencia de una estrategia más o menos diseñada en los despachos; en el segundo, más bien parecen el resultado de una situación sobrevenida y, en ocasiones, sumamente alarmante, como ocurre en las crisis alimentarias.
Los agricultores almerienses, pero también los de muchos otros lugares, han sido testigos en varias ocasiones de uno y otro tipo de efectos, a veces para bien y a veces como sujetos pasivos de un terremoto de graves consecuencias. Por ello se afanan en aprender cada día más sobre este viejo proceso de la comunicación, o lo que es lo mismo: por este nuevo fenómeno de la comunicación.
Y para dar respuesta a sus inquietudes y a las de todos los que los próximos días 18 y 19 se acerquen por la vigésimo séptima edición de Expoagro Almería, la organización del certamen ha colaborado con la organización del Curso de especialización en seguridad alimentaria que organiza el Instituto de Investigación y Formación Agraria y Pesquera (Ifapa) de la Junta de Andalucía, que también cuenta con la colaboración del Campus de Excelencia Internacional Agroalimentario (ceiA3) y de la Universidad de Almería.
El programa del curso contempla distintos aspectos de la seguridad alimentaria y terminará con una conferencia y una mesa redonda en torno a los medios de comunicación y los consumidores, es decir, en torno a la relación entre la comunicación de masas y la opinión pública. Periodistas, productores y consumidores pondrán en común sus puntos de vista, que, dicho sea de paso, no tienen por qué ser contrarios.