Fima cierra una gran edición

Se decía estos días por la Feria Internacional de Maquinaria Agrícola (Fima) que el sector agroalimentario es el que mejor está resistiendo la crisis. Es posible que sea así y, como ya se ha dicho en alguna ocasión en estas páginas, que las estrategias de recuperación económica deban pasar por una mayor atención a lo que el campo y su industria pueden aportar a la riqueza del país.

Quizá la razón de esta fortaleza se encuentre en el hecho de que el medio ambiente agrícola y ganadero es, casi por definición, crítico. Los profesionales que lo componen están más acostumbrados que el resto a los ciclos negativos y saben gestionarlos mejor, tanto desde el punto de vista económico como sicológico.

“Nosotros guardamos cuando las cosas van bien porque sabemos que algún día irán mal”, afirman muchos agricultores. ¿Qué supone esto? Desde el punto de vista cuantitativo una asistencia masiva de profesionales a la feria precisamente en un momento en el que la práctica totalidad de los certámenes están en franca recesión. Los agricultores, bien porque han guardado o bien porque saben que de las crisis se sale, no han perdido el interés  (como está ocurriendo en tantos otros ámbitos) por el desarrollo profesional, por conocer las novedades técnicas y por planificar el futuro. Puede que no corran buenos tiempos, pero el sector primario ha demostrado estos días que se puede contar con él para afrontar el futuro. Entre otras cosas porque es un sector que todavía no ha perdido la capacidad de soñar, ¿cómo, si no, puede interpretarse la gran asistencia en familia que sigue siendo la nota predominante del último día?

Los fabricantes de maquinaria conocen muy bien la fibra de la que están hechos los agricultores. No esperan buenos resultados a corto plazo; de hecho, España es un país en el que las cuentas, según dicen, no les están saliendo, pero no pueden dar la espalda a la masiva respuesta que los profesionales del campo dan a Fima. Las visitas de hoy son ventas de mañana; a lo mejor, en la actual situación, se difieran un poco más, pero llegarán porque la agricultura, para lo bueno y para lo malo, es resistente y tenaz. Hay quienes apuntan, no obstante, que ha habido más comercio del esperado, aunque estas apreciaciones a pie de stand son, evidentemente, imprecisas y no del todo fiables.

Por su parte, los organizadores de esta gran cita han demostrado que dominan también los resortes de de su profesión. Se mueven en el sector con mucha comodidad y modulan la actividad eficazmente. Fima, a pesar de su liderazgo, atempera lo que otras entidades feriales han dejado desmadrarse en los últimos años (los precios del suelo, por ejemplo) y sabe mantener el equilibrio que la hace grande y, como el propio campo, resistente.

Falta conocer las cifras definitivas, pero quienes hemos estado por allí sabemos que se acaban de cerrar las puertas de una gran edición.

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