De Fruit Attraction a Qualicoop (o la etiqueta cooperativa)

En la última entrada comentaba el éxito que supone para un certamen ferial mantener el tipo e incluso crecer en estos momentos de crisis económica y de retirada de algunos de sus principales expositores, como son los gobiernos autonómicos, sin los cuales muchos eventos feriales ni siquiera hubieran visto la luz. Pienso ahora en otras ferias con menos suerte y en una en concreto que en su día atisbé como una buena oportunidad para losa productos alimentarios de cooperativa.

No siempre es fácil comprender por qué unos certámenes alcanzan un gran desarrollo y otros no son capaces de consolidar una mínima y digna expresión. Pero entre los primeros siempre se podrán encontrar algunas características comunes. Por ejemplo, la existencia de un equipo profesional capacitado y motivado. Por ejemplo, una apuesta decidida por parte de la entidad organizadora, más allá de los apoyos externos que, además, puedan concurrir. Por ejemplo, una apuesta decidida también por parte del sector productivo para el que se organiza el certamen.

Todas ellas son condiciones prácticamente ineludibles, pero la que más me interesa en este momento es la última, la participación del sector, que cuando no otorga su plácet prácticamente está impidiendo el desarrollo de una feria profesional.

Fruit Attraction tiene detrás a una institución ferial solvente, un equipo profesional preparado y un sector decidido. Es posible que entre los primeros y el último existan sus diferencias y tiranteces, pues los intereses de unos y otros no siempre coinciden, pero el objetivo principal es común y está por encima de las posibles discrepancias.

En este caso, Fepex es el sector, y por ello la piedra angular de la feria hortofrutícola. El concurso de esta importante federación empresarial fue determinante para que la primera edición tuviese lugar; para que la feria Madrid, Ifema, encontrara vía abierta a su proyecto; para que los productores pusieran su confianza y su dinero en el recinto de Campo de las Naciones y para que los gobiernos autonómicos, ahora en obligada retirada, plantasen sus banderas allí.

Y Fruit Attraction nació y creció, como afirmo en la entrada anterior, en plena crisis económica, mientras el mundo ferial asistía a no pocos y no poco importantes derrumbes. Había posibilidades para el comercio de frutas y hortalizas y ha habido comercio, a pesar de la dureza del momento.

El aceite es un de los productos singulares del cooperativismo.

Todo esto me lleva a recordar un proyecto en el que en su momento vi muchas e interesantes posibilidades: Qualicoop. Una iniciativa de Feria de Zaragoza avalada por una institución ferial solvente y muy especializada y eficaz en el sector agroalimentario. También por un equipo profesional experimentado y probadamente eficiente. Pero, ay, sin un sector productivo decidido a apostar por una de las mejores ideas que se le han brindado en los últimos tiempos.

En el ámbito de las cooperativas agroalimentarias hay posibilidades para el comercio, cómo no. Y hay comercio, por supuesto, pero no el que puede llegar a través de un certamen ferial especializado en, precisamente, el alimento de cooperativa, que no es despreciable si las cosas se hacen bien. Se me dirá, quizás, que las cooperativas agroalimentarias apoyaron Qualicoop, como efectivamente ocurrió, pero una cosa es apoyar y otra empujar decididamente.

Me inclino a pensar que en el ámbito cooperativo no existe todavía la suficiente conciencia de ser un sector comercial, al menos tal y como existe la de sector productivo o económico. Pero lo cierto es que las cooperativas agroalimentarias constituyen asimismo un entramado comercial potentísimo al que le falta un grado de visualización mayor. Una feria especializada en producto cooperativo podría facilitárselo.

Hay, por otro lado, circunstancias que juegan a favor del cooperativismo agroalimentario y gracias a las que sería fácil sustentar acciones comerciales y de comunicación exitosas. De algunas se ha hablado bastante, como es su función de soporte del tejido socioeconómico rural. De otras, menos, pero no por que no sean igualmente importantes.

En este sentido, es un hecho cada vez más constatable que los consumidores están mostrando un cierto cansancio con respecto a la oferta alimentaria industrializada que se les hace. Cada día son más los movimientos e iniciativas que intentan soslayarla en su totalidad o en parte. La gente busca de nuevo al agricultor o al ganadero como referencia; un agricultor y un ganadero que, entendidos como proveedores directos de alimentos, prácticamente ya no existen, a pesar de que han surgido en los últimos tiempos encomiables prácticas destinadas a recuperar esta relación directa.

La cooperativa podría encarnar con facilidad en la mente del consumidor al agricultor o al ganadero, pues de hecho es el último eslabón entre estos y el primero. El producto de cooperativa se convertiría así en el alimento del agricultor que los comensales del siglo XXI quieren recuperar.

Una apuesta fuerte en este sentido tiene un potencial tremendo. Sin embargo, como vendedores que son, los cooperativistas parecen no haber sucumbido al encanto de las etiquetas comerciales de carácter colectivo, cuando muchos otros con muchas menos razones e infinitamente menos posibilidades de éxito se han dejado la piel para conseguir o lanzar su propio label.

Qualicoop ofrecía esa etiqueta, además de un escenario muy profesional para su lanzamiento y consolidación. No se aprovechó en su momento pero la oportunidad sigue ahí.

 

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